martes, 3 de septiembre de 2013

Sobre El beso de la mujer araña, un asunto de política, orientación sexual y dinamismo de la cultura de masas

Manuel Puig, escritor argentino, nunca se imaginó el grado de complejidad que su obra, El beso de la mujer araña, publicado en España en 1976, generaría; conservándose en muestras de admiración, gozo y reserva.
 
Esta es una historia singular que cuenta la historia de dos hombres presos en la cárcel de Villa Devoto en el año de 1975: Molina, un homosexual “marica” preso por corrupción de menores; y Valentín, un militante de izquierda, preso por su militancia política; cuya conversación, que se da en todo el tiempo de la novela, sobre y la sexualidad y la política en cuyo debate se van sumando otros tópicos que mantienen la misma estructuración binaria: sentimiento/ razón, cuerpo/ mente, deseo/ deber, entre otros. Molina es el representante del polo de la sexualidad y Valentín del de la política, sin embargo a lo largo del devenir de la novela, que es el devenir de estos sujetos, cada uno de los personajes comienza a identificarse también con las otras posiciones y ya no quedan tan claros los papeles; sugiriendo, según varios críticos, entre ellos Mariela Peller de la universidad de Buenos Aires, una puesta en cuestión de las entidades sexuales y políticas.
 
La novela fue publicada en pleno apogeo de la dictadura militar argentina que encabezara Raúl Alfonsín, después del golpe de estado que derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón en 1976; y prohibida por el gobierno en los años 70. Esta novela representa el contraste entre diversos pensamientos que se consideraban “revolucionarios” y que al mismo tiempo sirven de trasfondo en el contexto en que los dos polos, ejes de la novela, que desde mucho tiempo siguen tocando conciencias y enfrentándose como cuestiones irreconciliables: la orientación sexual, concretamente la homosexualidad de Molina, y el pensamiento político –en este caso el de la izquierda–, considerado subversivo que parte de la cuestión y negativa de incluir entre su ideología el aceptar, entre otras “revolucionarias” situaciones, a miembros homosexuales entre sus filas. Esta idea partiría de la cuestión de que el nuevo orden impuesto, fruto de la revolución socialista, impondría la liberación de la sexualidad, la idea política, dejando a un lado el deseo y el placer. Una contradicción en la que, dentro de la nueva estructura social, sexualidad, género y política fueran menos irreconciliables, dado que la conversación entre un militante izquierdista y un homosexual eran casi imposibles.
 
Manuel Puig formó parte, en 1971, de las primeras discusiones del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina y estaba al tanto de las discusiones sobre política y  homosexualidad que se daban en esos años. Fruto de su exilio a España es la idea de reconciliación entre dos polos dispares.
 
La crítica establece, de manera lucida, en torno a la obra (largo tiempo incomprendida) establece su tentativa de “literatura popular” que considera la faceta de la cultura de masas vigorizando una nueva conciencia que no escapa del estereotipo de la expresión del “nuevo bovarismo” en que la cultura popular educa los sentimientos.

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