1.
Dialogo. La novela
comienza con una serie de diálogos, entre Molina y Valentín, que se alternan en
un juego en donde la figura del narrador. Los diálogos cobran la función de las
descripciones, del juego de los tiempos, de los pronombres, de los deícticos,
monólogos relatados, etc. Como apunta Ezquerro, surge el riesgo de convertirse
en dialogo teatral o cinematográfico.
2.
Personaje
narrador.
Se aprecia la figura del personaje que hace irrupción en el hilo de la narración,
sometiendo a su juicio la escena narrativa. El personaje es el que hace uso de
la voz y de la significación en el abismo y él mismo significa su réplica
enumerando situaciones, escenarios, personajes adaptándolos a su perspectiva. Esta
modalidad sustituiría y se adueñaría del dialogo matriz.
3.
Modo y tiempo de
la narración y del narrador. Un narrador pierde su calidad de “autor” al fundir
la serie del relato con su modo y perspectiva en el curso de la diegesis. El
modo se opone a lo estático que presupone que todos los relatos sean narrados
de la misma forma; lo que abre la puerta a otras formas y modos de significado
que se adapta al tema, situación o
tiempo en el pertenece la acción.
4.
Dialogo matriz
puesto en replica antes de la mención del personaje.
5.
Monologo. En primero, ya
que el curso del dialogo entre la emisión y la réplica se quedan atrás queda el
recurso del monologo interior. En muchos textos se ejemplifica el dialogo
interior del personaje principal o de los demás secundarios, siempre teniendo en
cuenta la presencia del narrador. Esa voz es la que supone la existencia del
narrador intradiegético que es al mismo tiempo el que lleva a cabo el dialogo, la
réplica de acuerdo a su modo; programado al tiempo y transformando la realidad
del discurso en la intimidad de su relato personal.
1)
Auto
narración.
6.
Informes y
documentos.
Ezquerro sugiere la ruptura del pacto narrativo, lo que establece los hechos
ficticios que pautan la narración, dándole realce a los acontecimientos.
7.
Notas al pie. Aquí es un
intento de explicar, “salvaguardar” y defender –menciona Ezquerro– la
integridad de los personajes, defendiendo sus puntos de existir. Este tipo de
discurso es más impersonal ya que intenta juzgar los puntos débiles de la ficción.
Otro discurso heterogéneo.
Leerescribir.
Milagros Ezquerro.
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